Una amiga ens ha enviat un article molt interessant sobre la osteoporosi.
El pengem i us deixem també un enllaç per si voleu més informació que publica el metge que el signa, el doctor Adolfo D, Lozano.
Osteoporosis 2011-09-21
Verdades y mentiras
Una mujer menopáusica y con riesgo de
osteoporosis era en los 90 una candidata perfecta para una terapia de
sustitución hormonal. Sin embargo, el idilio entre las mujeres y fármacos como
Premarin comenzó su declive a raíz de 2002 cuando el Women’s Health
Initiative halló que estas terapias aumentaban los infartos cerebrales,
ataques cardíacos y riesgo de cáncer de pecho. Por fortuna para las
farmacéuticas, para aquel entonces ya tenían un amplio mercado para los
llamados bifosfonatos para ralentizar la pérdida de masa ósea. El rey del que
ha llegado a ser el imperio de los bifosfonatos es Fosamax, del gigante Merck,
lanzado en 1995 y, ya en 2003, con 1.700 millones de dólares en ventas sólo en
EEUU en aquel año. La evolución de este imperio farmacéutico es otro ejemplo
más de marketing de miedo y manipulación.
Si eres una compañía farmacéutica, ¿qué
necesitas para vender tus productos? Personas enfermas. O al menos personas que
lo sean bajo una definición oficial. Así, un paso fundamental en esta
estrategia fue forzar una redefinición de lo que era una densidad ósea
"normal". Poco antes de la salida al mercado de Fosamax, la
Organización Mundial de la Salud estableció que la densidad ósea normal
femenina era la de una mujer de 30 años, lo cual automáticamente convertía en
anormal la de una gran mayoría de mujeres. En un extraordinario arrebato de
sinceridad, alguno de los autores de aquella definición de la OMS llegó a
admitir lo "arbitrario" de la misma. Con la nueva definición médica
en el horizonte, a las farmacéuticas sólo les quedaba desplegar la parte más
fundamental –y manipulada- de su estrategia: convencer a todas las mujeres a
partir de cierta edad para someterse a un test de densidad ósea (o
densitometría ósea). Antes de que Fosamax irrumpiera en el mercado, Merck
comenzó a financiar por doquier la venta de aparatos de densitometría ósea.
Todo ello mientras desplegaba grandes campañas en medios para concienciar a la
población de que la osteoporosis era una enfermedad que debía tratarse, y por
supuesto con fármacos. Para tal fin contaron con la inestimable ayuda de la
experta en marketing Kym White. Entre sus logros, conseguir que el gobierno
subvencionara densitometrías para que las mujeres sólo tuvieran que pagar el
fármaco que luego se les recetaría. Y todo se orquestó bajo el guión de que
este enfoque iba destinado a reducir las fracturas óseas. Pero, ¿cuál era el verdadero
problema?
El problema era que precisamente la
eficacia de la densitometría ósea y fármacos como Fosamax a la hora de reducir
fracturas óseas es una cuestión tan debatida como controvertida en el mundo
científico. No casualmente la salida al mercado de Fosamax coincidió con la
publicación del estudio Fracture Intervention Trial, por supuesto
financiado por Merck. En principio, los resultados parecen impresionantes: las
mujeres que consumieron Fosamax durante cuatro años, y comparadas con el grupo
placebo, redujeron un 50% sus fracturas de cadera. Por desgracia, las mujeres a
cuya atención iba destinado este estudio, no iban a mirar cómo estaba hecho el
mismo. Porque si lo hacemos, veremos lo fácil que es engañar al público sin
realmente mentir del todo. Simplemente es cuestión de contorsionismo
estadístico. En primer lugar, en el estudio se emplearon sólo mujeres con alto
riesgo de fractura, con lo cual es difícil extrapolar sus resultados, como
pretendía Merck, a toda la población femenina. Y ahora veamos de dónde sale el
famoso 50% de reducción: entre 100 mujeres consumiendo el placebo, hubo dos
fracturas de cadera; entre 100 mujeres consumiendo Fosamax, hubo una fractura.
En términos absolutos, sólo hubo un 1% de diferencia Pero la magia estadística
hace que en términos relativos un 1% sea el 50% de un 2%. Bienvenidos a la
propaganda farmacéutica.
Por otro lado, están los efectos
secundarios de los bifosfonatos como Fosamax. Si bien los más habituales no son
severos, tales como dolor de músculos, de cabeza, articulaciones o acidez,
resulta paradójico que unos fármacos para impedir la debilidad ósea estén
asociados con la destrucción ósea
de la mandíbula. Cuando en 1998 un grupo científico canadiense de la
Universidad de British Columbia revisó todos los datos disponibles sobre la
osteoporosis, concluyó que el uso masivo de densitometrías óseas es fruto del
"marketing del miedo". En realidad, parece que estos tests no tienen
mucho sentido para toda la población femenina sino sólo para los grupos con
alto riesgo de fracturas y, en tales casos, una densitometría sólo detecta una
sexta parte de los factores que influyen en llegar a tener o no una fractura.
Lamentablemente, el desenfreno en el uso de
densitometrías y fármacos como casi única prevención contra las fracturas y la
debilidad ósea ha contribuido a eludir factores nutricionales y de estilo de
vida realmente esenciales contra este problema.
Por ejemplo:
·
El
ejercicio físico, particularmente el de tipo
muscular, es fundamental para reforzar la estructura ósea. Por desgracia,
muchas mujeres ante una densitometría ósea con no gran resultado empiezan a
dejar de hacer cualquier ejercicio por miedo a una fractura. Lo cual contribuye
al problema.
·
Debemos
evitar el azúcar. Por muchos motivos y también
frente a la osteoporosis. El consumo de azúcar aumenta la pérdida de calcio en
sangre a través de la orina, lo que redunda en que los huesos liberen su calcio
para reponerlo en sangre.
Además, a la hora de hablar de suplementos
nutricionales, continúa una gran
fijación por suplementar calcio, cuando es un mineral bastante abundante en
la dieta. Mientras, por el contrario, obviamos otros nutrientes básicos para
los huesos, tan o más relevantes que el calcio y cuya suplementación sí
deberíamos considerar:
·
Vitamina
D: Aunque aún muchos ignoran la revolución de la
vitamina D, sí somos conscientes de su importancia para los huesos. También
debemos saber que las dosis correctas son al menos 1.000 UI de vitamina D3 por
día.
·
Vitamina
K2: Es por desgracia una gran desconocida, y
ello a pesar de que algunos científicos predicen una incipiente revolución
sobre esta vitamina. Trabaja en equipo con la vitamina D para fijar el calcio a
los huesos, y además retira el calcio de donde no debe estar, por ejemplo de
las arterias.
·
Magnesio:
Es uno de los minerales más abundantes en el cuerpo, y su mayoría se encuentra
en los huesos. Existen incluso estudios animales que
afirman que una dieta pobre en magnesio hace inservible consumir mucho calcio.
·
Omega
3: Entre la miríada de propiedades del aceite de
pescado, está su capacidad para modular favorablemente
los osteoblastos, las células responsables de la formación ósea.
A la hora de referirse al uso y abuso de
densitometrías y bifosfonatos en la población femenina, la representante de la
Asociación de Consumidores de Canadá, Wendy Armstrong, empleaba en el año 2000
estas palabras:
No habría listas de espera si el sistema
público y los doctores emplearan más tiempo y dinero en las cosas que realmente
se necesitan y dejáramos de gastar dinero y el valioso tiempo de los
especialistas en tests y procedimientos realizados en la persona equivocada, en
el tiempo equivocado, y el lugar equivocado, por todas las equivocadas razones.
Por suerte, contra todo esto existe un
antídoto. Y se llama información.
Adolfo
D. Lozano es consumer advocate en salud,
nutrición clínica y dermatología cosmética y autor del blog Juventud y Belleza. Miembro de la
fundación médica Life Extension.
Puede contactar con el autor en david_europa@hotmail.com
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